martes, 26 de marzo de 2013

El misterio de la lluvia en Semana Santa




El Concilio de Nicea del año 325 se decidió que la Pascua de Resurrección fuera el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera, y por ello la celebración de la Semana Santa puede cambiar de un año a otro, pero siempre se dará entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Es decir, en pleno comienzo de la primavera. Y ahí está la causa de que esos días sean, no sólo más o menos lluviosos, sino sobre todo más difícil de pronosticar.


En esos días comenzamos a ganar horas de sol que ya va incidiendo con más eficacia por lo que se inyecta más energía en un sistema que no ha perdido aún los elementos del frío inverno.



Son días de gran inestabilidad, con una  dinámica atmosférica en transición que depara un tiempo muy cambiante. No es raro que llueva esos días en nuestro país, pero es más difícil 'cazar' las lluvias con una semana o más de antelación cuando el tiempo de pasado mañana ya puede que sea distinto al que te he pronosticado desde hoy.


Existen razones científicas: se trata de una fiesta móvil que cada año cae en una fecha diferente porque la Pascua es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el 21 de marzo. Así, el Domingo de Ramos es siempre el domingo anterior a dicha Luna. Por ello, esta celebración puede oscilar entre finales de Marzo y Abril. En el equinoccio de primavera, donde los días son más largos que las noches, es habitual un tiempo inestable y lluvioso, con cambios súbitos. Además, a comienzos de la primavera se suele producir el fenómeno de la 'gota fría'.



Esta y otras cosas mas unidas a otros factores como vientos cambiantes en su intensidad y dirección en esas capas y humedad en altura, hacen que las condiciones sean propicias para que las nubes crezcan como palomitas de maíz en un microondas, y que a cualquier hora, pero preferentemente a media tarde, cuando esa acción solar es más evidente, se produzcan tronadas y chubascos. Y como esa masa de aire frío en altura propician el mal tiempo durante las semanas en las que se celebran nuestras fiestas.



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