martes, 12 de junio de 2012

Barcos fantasmas, los misterios del mar

The USS Hornet

El USS Hornet que ganó nueve estrellas a la batalla por sus servicios en la Segunda Guerra mundial y más adelante se encargó del rescate de los astronautas del Apolo 11 después de su regreso de la Luna y convertido hoy en museoflotante. Pero tras 7 años de que el enorme portaaviones llegara a Alameda, el personal del museo y los visitantes han informado de un número asombroso de sucesos inexplicables.

Afirman que han escuchado misteriosos pasos y voces a pesar de no haber nadie a bordo, marineros y oficiales con su uniforme que se desvanecían ante sus atónitos ojos. Feroces corrientes de aire en habitaciones completamente cerradas, también el instrumental náutico se ponían en marcha solo. De hecho ha habido tal cantidad de sucesos extraños que clarividentes, médiums y para-psicólogos se han acercado hasta Carolina del Norte para estudiar el barco fantasma.

Alan McKean, trabajador del museo, dice no creer mucho en estos temas. "Pero se lo que vi. Un día vi a un oficial con uniforme descendiendo por las escaleras hacia la siguiente cubierta. Le seguí y ya se había ido. No tengo ninguna explicación para esto". Los historiadores estiman que casi 300 personas murieron mientras trabajaban en el barco durante su servicio activo, que fue de 1943 a 1970.


Aunque algunos hombres murieron durante el combate, otros murieron debido a accidentes en el barco fantasma. Los que han sentido extrañas presencias de espíritus, dicen no haber corrido ningún peligro. Algunos han dicen que han reconocido al fantasma de Joseph James Clark, conocido como Jocko, y que capitaneó la nave durante la II Guerra Mundial.



The Flying Dutchman - El Holandés Errante

Es sin duda alguna uno de los casos más conocidos sobre barcos fantasma. Aunque mucha de su historia es leyenda, se basa en un hecho verídico.

El barco estaba capitaneado por Hendrick Vanderdecken en 1680 durante el viaje de Ámsterdam a Batavia, en las indias holandesas. La leyenda cuenta que la nave de Vanderdecken se encontró sin poder remediarlo con una fuerte tormenta cerca del cabo de buena esperanza. Pero Vanderdeckem desafió a la tormenta, como resultado la nave se hundió y todos los hombres que estaban abordo murieron. Como castigo a su arrogancia, Vanderdecken y su barco fantasma fueron condenados a navegar cerca del cabo para la eternidad.

Muchos han visto el barco fantasma, uno de los primeros casos registrados fue en 1835, cuando el capitán y la tripulación de un barco inglés aseguraron que vieron un barco fantasma que se les acercaba cada vez más, tanto que temieron que se produjera un choque entre las dos naves, pero sorprendentemente, cuando parecía que ocurriría la tragedia el barco fantasma desapareció de repente.

En otra ocasión fue vista por dos tripulantes del H.M.S Bacchante en 1881, al día siguiente uno de esos hombres murió por una caída. En 1939, el barco fantasma fue visto en las costas de África del sur por docenas de bañistas que proporcionaron descripciones detalladas de la nave, aunque la mayoría no habían visto un buque mercante del siglo XVII en su vida.

El último avistamiento registrado fue en 1942 en las costas de la Ciudad del Cabo. Cuatro testigos vieron como se izaban las velas y seguidamente desaparecer en el aire.





UB-65

El U-65 era un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial, cuya extraña historia se inicia antes de abandonar los astilleros de Brujas, Bélgica. Una viga destinada a la eslora de la cubierta mató a un obrero convirtiéndose en la primera víctima de una cadena de extrañas muertes ocurridas en torno a este submarino. Durante las pruebas iniciales de navegación tres tripulantes murieron asfixiados al llenarse de gases la sala de máquinas.

En pruebas posteriores efectuadas junto a una flotilla de submarinos gemelos, las cuales se iniciaron sin problemas, el capitán ordenó la primera inmersión del UB-65. El mar estaba en calma y había una brisa suave. Antes de sumergirse, el capitán ordenó a un marinero ir a proa a realizar una inspección de las escotillas, esta era una inspección de rutina, pero en vez de efectuar la inspección, inexplicablemente el marinero saltó por la borda siendo atrapado por el remolino del submarino.

Una vez iniciada la inmersión, el capitán ordenó estabilizar la nave a los diez metros, extrañamente continuó descendiendo hasta chocar con el fondo del mar, quedando inmóvil. Cerca de doce horas permaneció en esta situación en el fondo del mar, y filtrándose el agua. Nuevamente comenzó a llenarse de gases, pero en ese momento, tan extrañamente como se había hundido, comenzó a moverse y ascendió a la superficie.

Luego de estos extraños sucesos fue enviado a los astilleros para ser revisado en seco. A los pocos días fue declarado apto para el servicio, siendo aprovisionado y armado. Cuando se efectuaba esta maniobra la cabeza de uno de los torpedos estalló, matando al segundo teniente y ocho marineros.

Fue remolcado al dique pero en esos momentos un marinero aseguró haber visto al segundo teniente, muerto en la explosión, de pie en la proa y con los brazos cruzados. Al ser reparado, y antes de iniciar la navegación, otro marinero que deserto aseguró que él también había visto al segundo teniente en el mismo sitio.

Se le ordenó al capitán del UB-65 zarpar con rumbo al estrecho de Dover, durante todo el trayecto varios tripulantes aseguraron ver al oficial muerto. Uno de los testigos fue el oficial de servicio, quien aseguró haber visto su fantasma y cómo éste se desvanecía.

Al regresar a la base, ésta se encontraba bajo un fuerte ataque aéreo, lo cual no afectó a la tripulación ya que lo único que deseaban era abandonar la nave. En los momentos que el capitán bajaba la pasarela, fue muerto al ser alcanzado por la metralla. Todas estas muertes, que habían sido acalladas por la marina, motivaron que los altos mandos de la marina imperial, para tranquilidad de los marineros, tomara la decisión de ordenar a un sacerdote que exorcizara el submarino. Pero al parecer no dio resultado, porque en la siguiente misión del UB-65 un tripulante se suicidó, un artillero se volvió loco y el primer maquinista se quebró una pierna.

El 10 de julio de 1918 el L-2, submarino norteamericano, divisó un submarino alemán navegando a la deriva frente a las costas de Irlanda. El capitán del L-2 ordenó maniobrar para atacarlo. Al mirar por el periscopio notó una extraña figura que permanecía de pie, en la proa de la nave, con los brazos cruzados. A los pocos segundos una enorme explosión destrozó al UB-65.

El UB-65 y su tripulación fantasma, tal vez siga navegando los mares.



S.S. Watertown

La historia comienza en Diciembre de 1924 cuando el S.S. Watertown navegaba desde San Pedro, CA hasta el Canal de Panamá. Dos miembros de la tripulación, James Courtney y Michael Meehan, murieron durante una limpieza de la cisterna debido a los fuertes vapores que allí se encontraban. Como manda la tradición sus cuerpos fueron arrojados al mar junto a las costas de Mejico el 4 de 1924.

A la tarde siguiente varios miembros de la tripulación afirmaron haber visto las caras de los difuntos emergiendo del mar y acto seguido hundiéndose otros vez en él. Las apariciones siguieron produciéndose hasta que atravesaron el Canal de Panama y entraron el Océano Atlántico rumbo a su destino.

A la llegado a su destino el capitán informo de lo sucedido a sus jefes. Le recomendaron llevar una camera de fotos en su próximo viaje para documentar los hechos sí volvía a suceder. En el siguiente viaje el capitán siguió el consejo y llevo consigo la cámara de fotos. En cuanto regresaron al Océano Pacifico los rostros volvieron a reaparecer. El capitán tomo varias fotos pero solo la sexta consiguió captar los rostros.

A medida que pasaba el tiempo, los rostros se veían con menos frecuencia y en un momento desaparecieron. Pero la ya famosa imagen permaneció colgada sobre la pared de la compañía hasta que fue incluida en la biografía de la empresa. La fotografía original desapareció hace mucho tiempo, pero las copias de la imagen que se hicieron de la biografía de la empresa están por todas partes.



The Queen Mary

Uno de los más famosos, Queen Mary, ahora un hotel y una atracción turística. Se dice que aloja a varios fantasmas. Uno de ellos, podría ser el espíritu de Jhon Pedder, tripulante de 17 años que murió en 1966 mientras realizaba trabajos rutinarios aplastado por una puerta hermética. Golpes misteriosos se han oído cerca de esta puerta. Una guía turística afirmó haber visto una figura con vestimentas oscuras exactamente donde Pedder había muerto. Ella pudo ver su cara y reconoció que era Pedder, al que había visto en varias fotografías.

Pero no es el único fantasma que habita entre los hierros de este enigmático barco, se ha visto a una mujer de blanco cerca del mostrador. Muchas veces, ella desaparece detrás de un pilar y no reaparece.

Otro fantasma, vestido con un traje azul y con barba larga, se ha visto en la sala de motores.

Las voces y las risas fantasmales de un niño se escuchan algunas veces. Un empleado vio huellas mojadas de un niño por la cubierta de la piscina sin que nadie, salvo él estuviera allí.



Abril de 1908 HMS Gladiator

Gladiator & St Paul

El 25 de Abril de 1908 a las 10:30 de la mañana el buque de guerra HMS Gladiator partió de Portland hacia la base naval de Portsmouth. Dos horas más tarde, a las 12:30 de la tarde, el transatlántico St. Paul, que hacia la línea estadounidense, dejo Southampton hacia Cherbourg y mas adelante hacia Nueva York. A las 14:30 de la tarde los dos barcos se encontraron.

Estaba nevando y a medida que los dos barcos se aproximaban entre sí, cerca de Solent, justo al lado de Yarmouth, Isla de Wight, se produjo un bloqueo total causado por la nieve. El HMS Gladiator fue construido en 1896 en el astillero de Portsmouth y pesaba una 5.750 toneladas, El St. Paul fue construido en William Cramp de Filadelfia en 1895 y pesaba 5,750 toneladas, ambos barcos habían tomado la misma dirección. Ambos barcos chocaron 27 vidas se perdieron en aquel fatídico accidente.

Increíblemente diez años después , el St Paul volcó en el río Hudson en Nueva York, hundiéndose y llevándose al fondo de las aguas cuatro vidas más. Todo apuntaba a un sabotaje, pero debido a la coincidencia asombrosa de la fecha y hora del hundimiento con el accidente ocurrido en 1908, muchos pensaron que el fantasma de un marinero del Gladiator había sido el responsable.

 
Abril de 1918 S.S. St. Paul




El Mary Celeste

Una de las historias más famosas de barcos que en verdad existieron es la del Mary Celeste, un bergantín que fue hallado a la deriva y sin tripulación abordo en el Océano Atlántico cerca de la isla Madeira el 5 de diciembre de 1872.

Fue construido en 1861 y bautizado con el nombre de Amazon en la Isla Spencer en Nueva Escocia, Canadá. Algunos pensaban que el navío tenía mala suerte debido a algunas desventuras. Su primer capitán no alcanzó a dirigir el barco, ya que murió ahogado e igualmente el segundo durante el viaje inaugural. Sin embargo, después de su desafortunado comienzo, el bergantín tuvo varios años sin sobresaltos con sus dueños hasta que en 1867 quedó varado en tierra firme debido a una fuerte tormenta, en la bahía de Glace, Nueva Escocia. Fue rescatado y vendido a un estadounidense, quien realizó modificaciones importantes y lo rebautizó como Mary Celeste en 1869.

El 5 de noviembre de 1872 zarpó, con el capitán Benjamín S. Briggs al mando, desde el puerto de Nueva York. La tripulación consistía en siete hombres, además de la mujer y la hija de dos años del capitán. El buque transportaba 1700 barriles de alcohol comercial, por encargo de la firma H. Mascarenhas & Co, para aumentar la graduación alcohólica del vino.

Un mes después, exactamente el 5 de diciembre, hacia las tres de la tarde, la tripulación del Dei Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta Gibraltar, avistó el bergantín cerca de las Azores. El capitán de este barco, David Reed Morehouse, conocía a Briggs, por lo que, cuando estuvieron los dos barcos lo suficientemente cerca y leyó el nombre, Morehouse se temió lo peor, ya que de inmediato se dio cuenta de que no había nadie en cubierta. El capitán mandó a algunos de sus hombres al Mary Celeste, para registrarlo y ayudar en lo posible. Al llegar al barco, no encontraron a ninguno de los tripulantes ni a la familia Briggs. La ropa de unos y otros estaba ordenada en sus respectivos cajones; no encontraron el bote salvavidas, el sextante, el cronómetro ni la bitácora. El diario de navegación se encontraba en el cuarto del capitán; la última anotación era del día 24 de noviembre, pero no señalaba nada relevante. Según el diario, el tiempo había estado revuelto, pero ninguna otra circunstancia de gravedad, pero en la pizarra del puente ( donde se anotaban las distintas posiciones tomadas durante la singladura, antes de transcribirlas al libro de bitácora ) figuraba que el "Mary Celeste" se encontraba exactamente al nordeste de la isla Santa María, esto es el 25 de noviembre de 1872. Lo que ocurrió luego es todo un misterio.






El Octavius

En la mañana del 12 de agosto de 1775, el ballenero groenlandés Herald se las arreglaba para cruzar el Atlántico Norte cuando el silencio glacial fue roto por el grito del vigía. Al frente y al Oeste, por encima de un iceberg podían verse las puntas de unos mástiles a unos diez kilómetros de distancia. Lentamente, una goleta emergió por detrás de la masa de hielo y a través del telescopio el capitán del Herald pudo constatar que no había señales de vida. Las velas estaban desechas y todo el barco brillaba curiosamente bajo el sol, cubierto como estaba de escarcha.

El capitán decidió acercarse y subir a la nave con cuatro de sus hombres. La cubierta estaba tapada por el hielo y no se veía una sola persona sobre ella. Tras abrirse camino a través del hielo, decidieron bajar a los camarotes; donde se encontraron con 28 hombres congelados. Cada uno acostado en su litera y cubierto por capas y capas de cobijas y




ropa. El frío había conservado sus cuerpos en perfecto estado y daba la impresión de que simplemente dormían la siesta.

En la cabina del capitán, el espectáculo fue el mismo. Su cuerpo estaba sentado en una silla frente a su escritorio. Las manos entrelazadas sobre las piernas y la cabeza tumbada hacia un lado con los labios entreabiertos. En una cabina detrás de la suya había tres cuerpos más. Una mujer estaba acostada en una camilla descansando su cabeza sobre el brazo, los ojos completamente abiertos viendo a un hombre con las piernas cruzadas sentado en una esquina en el otro lado del cuarto. En sus manos tenía un pedernal y una barra de metal. Frente a él, un puñado de aserrín cubierto de escarcha. La muerte lo había vencido tratando de encender un fuego. Junto a él estaba la chaqueta del marino. El capitán Warren la levantó y debajo de ella descubrió el cuerpo de un niño abrazado a un muñeco de trapo.

Los marinos del Herald habían visto más que suficiente y empezaron a pedirle al capitán que se marcharan. Pero el capitán les respondió que quería saber más. Bajó al depósito y no encontró ni un gramo de comida y cuando volvió a cubierta sus hombres estaban en pánico y le amenazaron con amotinarse. Contra todos sus deseos Warren tomó la bitácora del Octavius y regresó al Herald, desde donde pudo ver la goleta perderse sin rumbo en el horizonte para nunca más volver a saber de ella.

El capitán se retiró a su camarote a leer la bitácora y notó que faltaban todas las páginas del libro menos la primera y última. El marinero a quien se lo había encargado había dejado caer el resto en el mar. En la primera el capitán del Octavius había escrito que habían partido de Inglaterra con rumbo a China el 10 de septiembre de 1761. Catorce años atrás. La última página tenía una sola anotación que estaba fechada el 11 de noviembre de 1762.

“Hasta ahora hemos estado atrapados en el hielo por 17 días. Nuestra posición aproximada es Longitud 160 O, Latitud 75 N. El fuego finalmente se extinguió ayer y el maestre ha estado tratando de encenderlo otra vez pero sin mucho éxito. Le ha dado la piedra a uno de los marinos. El hijo del maestre murió esta mañana y su esposa dice que ya no siente el frío. El resto de nosotros no siente lo mismo en esta agonía.”

Los ojos del capitán Warren volvieron a las palabras “Longitud 160 O, Latitud 75 N…” El significado era impresionante. En la fecha de la última nota en la bitácora, el Octavius había estado atrapado en hielo en el océano ártico, al norte de Point Barrow, Alaska. Miles de kilómetros de donde lo habían encontrado ese día. Un continente de hielo se extiende entre estos dos puntos.



El Ourang Medan

Allá por junio de 1947, dos veleros de bandera estadounidense se encontraban navegando la zona del estrecho de Malaca, cuando los operadores de radio de ambos barcos captaron un mensaje de tono demencial, procedente de un buque que se identificaba como el carguero "Ourang Medan": "Todos los oficiales a bordo están muertos. La mayoría de la tripulación está muerta. Envíen ayuda"

En vista del requerimiento, pensando en un posible accidente o naufragio, tanto el capitán del "City of Baltimore" como el del "Silver Star" ordenaron dirigirse de inmediato al lugar. Sin embargo no habían llegado ni siquiera a cambiar de curso, cuando se recibió otro mensaje aún más aterrador desde el "Ourang Medan": "Todos están muertos. Estoy muriendo."

Cuando el barco "Silver Star", primero en llegar a la zona, distinguió un carguero que parecía ir sin tripulación. Al acercarse más, alcanzaron a distinguir un panorama que cortó la respiración a todos los marinos, la cubierta del buque mostraba una serie de cadáveres esparcidos. Haciendo acopio de firmeza, el capitán del "Silver Star" formó un grupo de abordaje y, para vencer la natural reticencia que todo marino sentiría al ver algo así, decidió dar ejemplo y encabezar la partida.

Cuando los hombres pusieron pie en el "Ourang Medan", lo extraño se unió a lo tenebroso. Los cadáveres que yacían en cubierta no presentaban ningún signo de violencia: ni sangre, ni heridas, ni golpes. La particularidad que todos mostraban eran sus ojos aún abiertos y visiblemente dirigidos hacia el firmamento antes de ser abatidos por la causa que fuese. Un perro encontrado en cubierta había muerto igualmente: aún mostraba los dientes como en inútil respuesta a un ataque que llegó desde lo alto, pues también dirigía su mirada hacia el cielo.

Unos pocos hombres de la partida de abordaje, que aún conservaban la sangre fría como para hacerlo, se adentraron un poco en el buque, sólo para constatar la existencia de más y más cadáveres pertenecientes a la tripulación. Hubo tiempo para constatar que las muertes habían ocurrido apenas minutos antes, pero tampoco esos hombres presentaban señales de violencia.

Y luego, ya no hubo tiempo para nada más. Mientras el capitán intentaba decidir si remolcar el buque o solicitar ayuda al otro barco que había llegado ( el City of Baltimore), notaron que se inició un fuego espontáneo bajo cubierta. Lejos de intentar sofocarlo, los marinos del "Silver Star" volvieron de inmediato a la lancha de abordaje, por lo cual el capitán accedió a retirarse, aunque un poco contrariado. De todas formas, la decisión fue la más acertada. Apenas habían vuelto a su barco, cuando escucharon una violenta explosión a bordo del "Ourang Medan" y vieron cómo éste se partía y comenzaba a hundirse.

La posterior investigación no encontró causas probables para el incidente. Descartaron de plano los hipotéticos "escapes" de gases letales por el mal funcionamiento de algún equipo, puesto que dichos gases no hubieran sido mortales para quienes estaban en cubierta y, además, la partida de abordaje no percibió ninguna sensación ni tuvo ningún problema de salud ulterior.



El Lady Lovibond

Reino Unido tiene una gran tradición en lo que a barcos fantasma se refieren, y una de las historias más famosas es la de Lady Lovibond. Según la historia, el capitán del Lady Lovibond, Simon Peel y en aras de celebrar su reciente matrimonio, decidió tomar su barco para realizar un crucero para celebrarlo. Decidió embarcarse en el Lady Lovibond con su nueva esposa, haciendo caso omiso a la creencia de que llevar a bordo a una mujer era de mala suerte. Zarpó en febrero 13 de 1748.

Desafortunadamente para Peel, su primer oficial también estaba enamorado de su nueva novia, y después de ver las celebraciones, se vio abrumado por la ira y los celos e intencionadamente dirigió el barco al banco de arena Goodwind, conocido por causar naufragios. El Lady Lovibond encalló, matando a todos los que estaban a bordo.

Según la leyenda, desde el naufragio se puede ver al Lady Lovibond navegando por las aguas de los alrededores de Kent cada 50 años. Fue avistado en 1798 por distintos capitanes de barcos, así como en 1848 y 1898, cuando parecía tan real que algunos barcos, pensando que era un buque en peligro, mandaron algunos botes salvavidas para ayudarlo. El Lady Lovibond fue visto otra vez en 1948, mientras que no hay avistamientos confirmados de su aniversario más reciente en 1998, siendo una de las historias de barcos fantasmas más conocidas de Europa.








miércoles, 6 de junio de 2012

Mas allá de la cuarta dimensión



Aunque se nos siga haciendo raro, ya hemos aceptado al tiempo como cuarta dimensión de nuestro Universo. Pero nuestra mente sigue siendo incapaz de imaginarse más dimensiones, tal como proponen la Teoría de las Supercuerdas y similares. En realidad, ningún humano (por muy físico cuántico que sea) puede percibir esas dimensiones. Sencillamente, suponer la hipótesis de que existen hace que los cálculos cuadren.
Para entender esto, vamos a imaginarnos cómo intuir la existencia de una tercera dimensión a partir de un mundo aparentemente bidimensional. Supongamos un planeta como nuestra tierra, pero liso como una bola de billar, sin ningún tipo de relieve. Este planeta a efectos prácticos es plano para alguien que viva en él.
Este planeta está habitado por una  especie inteligente de hormigas. Las hormigas viven a ras de suelo, son incapaces de saltar o ponerse de pie. Además, viven en un planeta totalmente liso. Sin elevaciones, ni agujeros, ni ningún tipo de irregularidad. Para ellas, el mundo es bidimensional. Sólo pueden moverse en dos dimensiones, y además, no tienen ninguna forma de saber ni intuir que existe una tercera.
Pero la tercera dimensión existe, y su existencia hace que nuestras hormigas se vuelvan locas tratando de explicar resultados que son totalmente imposibles en su mundo bidimensional. Por ejemplo, supongamos que una de nuestras amigas, situada en el Ecuador del planeta, comienza a andar, sin desviarse, siguiendo la línea ecuatorial.
Nuestra hormiga recorrerá una gran distancia y, eventualmente, dará la vuelta entera al planeta, llegando al punto de partida. Pero… ¡esto no es posible en un mundo bidimensional! A no ser, claro, que en un momento dado llegues al fin del mundo y seas mágicamente tele transportado de nuevo al comienzo. Las hormigas intuyen que esta explicación no es muy realista, y siguen realizando experimentos.



Una segunda hormiga recorre, tal como se muestra en la imagen, un cuarto del ecuador. Gira a la izquierda en ángulo recto, y camina de nuevo la misma distancia. Cuando llega a lo que es el polo (aunque ella no sepa que es el polo) vuelve a girar 90 grados a la izquierda y recorre otra vez la misma distancia.
¡Y resulta que otra vez ha llegado al punto de origen! Pero… esto es imposible en el mundo de dos dimensiones. Todas las hormigas saben que los ángulos de un triángulo suman 180 grados, y sin embargo el triángulo gigantesco que acaban de realizar tiene tres ángulos rectos. Esto es tan sorprendente como el caso anterior.
Y de repente, a alguien (el equivalente a Einstein del mundo hormiguil) se le ocurre una explicación extraordinaria que resuelve todo de una forma sencillísima. Quizá el espacio tenga más de dos dimensiones. Quizá el plano en realidad sea curvo, lo que explicaría el extraño triángulo con todos sus ángulos rectos. También explicaría el fenómeno del ecuador, puede que el plano esté curvado sobre sí mismo de forma que sus extremos se toquen unos con otros. Es más, ¡incluso es posible que haya una tercera dimensión con infinitos planos!
Las hormigas son incapaces de entender el concepto de ‘plano curvo’. Y no digamos ya el concepto de ‘infinitos planos’. ¡Sólo hay un plano, el suyo! Recordemos que viven en un mundo totalmente plano y no pueden despegarse de su superficie. Sencillamente, no pueden percibir con sus sentidos que exista una tercera dimensión. Y sin embargo, eso explicaría todo a la perfección.
Pues bien, para los humanos el concepto es el mismo. Cuando los físicos relativistas comenzaron a hablar del ‘espacio curvo’, de ‘infinitos espacios’ y de dimesiones adicionales, no entendimos nada. Sencillamente, somos incapaces de percibir que haya más dimensiones más allá de las que conocemos. Y sin embargo, eso explicaría todo (o al menos, muchas cosas) a la perfección.


¿Por qué no se perciben seres de una cuarta dimensión?

Pues para dar una pequeña explicación, extrapolaríamos a seres de dos dimensiones en un mundo de dos dimensiones, donde vivirían felices triángulos, cuadrados y círculos, si en este pequeño universo apareciera un cubo que es una forma de tres dimensiones, la percepción de los seres de dos dimensiones serian la de ver solo la base del mismo, que seria cuadrada pero sin forma pues se distorsionaría al no ver el total de sus dimensiones, podríamos decir entonces que no entenderíamos lo que estamos viendo en realidad y nos llegaría un mensaje incompleto a nuestro cerebro.

Pues exactamente esto mismo ocurriría con un ser de la cuarta dimensión, si alguno tratara de entrar en nuestro universo y quisiera darnos algún tipo de información, seriamos incapaces de identificarlo y entender que es lo que realmente observamos.