Voy a contar algo que paso hace bastante tiempo, el
relato de una historia sobre otra historia,
El relato del miedo mismo a que una leyenda o una
historia de terror te acaricie el rostro y te de una bofetada de realidad.
Ocurrió una mañana infernal en el centro de estudios, una
mañana de relámpagos y truenos,
Realmente quien no ha dedicado con los amigos a contar
historias de terror, quien en algún viaje, en una acampada no conto historias
para no dormir.
Esa mañana no había nada preparado en clase y el profesor
nos dejó que dedicáramos la hora a contar historias de terror, en su caso
alguna leyenda local, todos sabéis que hay varias entre lo verdadero y lo fantástico,
historias que se cuentan y que no se sabe el origen ni la veracidad.
Se contaron varias historias de Oija, de carreteras, pero
un relato que llego a mí hacía tiempo fue el que quise contar ese día, no llego
a recordar como llego a mí el mismo.
Un chico joven en un día lluvioso y con frio como el del
relato salió con los amigos a la discoteca, sin novia y joven con toda la vida
por delante, quien no sale a disfrutar de la juventud.
Llegaron a la sala de fiestas y con sus amigos estuvieron
bailando y tomando copas, nada más allá del divertimento normal, claro que un
chico joven sobre todo lo que busca es ligar, y como caída delo cielo ella
estaba ahí, una mujer joven y muy atractiva en la barra, él se acercó para
conocerla, se presentaron y se conocieron despacio, hablando de sus gustos y de
sus vidas.
Paso el tiempo tan rápido ante aquella mujer tan
maravillosa, que cuando se dio cuenta era la hora de que ella fuera a casa de
recogida, él se ofreció a acompañarla, como era una noche fría,
caballerosamente le ofreció el abrigo que llevo puesto hasta la puerta de la
casa.
En la misma puerta se despidieron y besaron, para volver
a quedar otro día, realmente jamás había sido tan feliz, conocer a una mujer
como aquella, una coincidencia que podría cambiar su vida.
Regresando se dio cuenta de que la prenda de abrigo se la
había quedado ella y pensó ir al dia siguiente a recogerla y así de paso
visitarla.
A la mañana siguiente regreso feliz para ver a la joven,
llamo a la puerta de la casa y salió una mujer mayor a recibirlo, señora venia
buscando a su hija, le comento el, pero esa señora con cara de tristeza, quedo
muda.
Su hija hacia un año que había muerto, el discutió aseverando
que había estado la noche anterior con ella, y ella en lagrima viva le respondió
que eso era imposible. Entre tanta discusión ella le dijo que la acompaña al
cementerio, al que fueron los dos para ver la tumba de la joven.
Cuando llegaron a la tumbe de la muchacha un escalofrió
le recorrió el cuerpo, sobre la tumba con la fotografía de la joven se
encontraba el abrigo que le dejo esa misma noche.
Después de contar el relato, el profesor soltó unas lágrimas,
todos en clase nos quedamos extrañados, yo sobre todo, ya que me gustan mucho
ese tipo de historias, me llamo en privado y me dijo que el muchacho
protagonista de la historia había sido él, y que todavía le quedaba ese trauma.
Eso me hizo ver que a veces el horror te acaricia
levemente la cara y te hace ver otra realidad.